“Estamos haciendo una revolución silenciosa: promover el desarrollo del pueblo gitano a través del empoderamiento de la mujer”. La frase es de Ana Vázquez, de la asociación de mujeres gitanas Alboreá, y resume cómo se intenta que los casi 90.000 gitanos de Madrid accedan al sistema sanitario en las mismas condiciones que el resto de la población: convirtiendo a las gitanas en el principal interlocutor de los cinco mediadores culturales que impulsarán en 2019 un programa piloto de la Comunidad. ¿Su objetivo? Evitar que una alimentación poco adecuada, el tabaquismo, la escasa prevención y el rechazo a los tratamientos médicos acaben por provocar una esperanza de vida hasta 15 años menor entre los gitanos, como se desgranó ayer en las jornadas Atención a la población gitana. Un reto para el sistema sanitario.

“Creemos que falta una conexión entre el sistema sanitario y la comunidad gitana”,  se explica. “Puede haber problemas de continuidad asistencial, por personas que abandonan tratamientos; problemas con actividades preventivas, como el de las mamografías, las vacunaciones o los cribados; y necesitamos alguien que las motive, las traiga y las acompañe, y que intervenga en los problemas de interculturalidad, que a veces acaban en conflicto, aunque no sea la norma”, razona. “Es necesario intervenir ya”, continúa. Y subraya: “Son las mujeres las que están cambiando la realidad del pueblo gitano”.

“Las mujeres somos la piedra angular para el avance de nuestro pueblo”, argumenta Ana Vázquez,  de la asociación de mujeres gitanas Alboreá. “Desde siempre a la mujer dentro de la cultura gitana se le ha dado un papel muy especial, el de transmisora de la cultura y de los valores a las nuevas generaciones”, prosigue. “Y se está aprovechando ese papel para también transmitir los cambios. Estamos haciendo una revolución silenciosa: promover el desarrollo del pueblo gitano a través del empoderamiento de la mujer”./ Tomado de El País- España

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